El principio de ecología enseña que en la producción ecológica se trabaja con sistemas y ciclo ecológicos vivos donde los procesos son más importantes que el uso de insumos externos, que son específicos al lugar, a la escala, a las condiciones ecológicas y culturales locales. El productor ecológico debe imitar estos sistema, ayudar a sostenerlos, trabajar con ellos sin intentar dominarlos y protegiéndolos. En la práctica cotidiana de Kraus, este principio acciona el diseño de sistemas productivos que conviven con el hábitat silvestre que es albergue de diversidad animal, vegetación espontánea, de diversidad genética, que se diversifican al plantar los nuevos yerbales con mandioca y/o maíz, al reforestar antiguas plantaciones con árboles nativos, permitiendo el reciclaje natural de nutrientes en los cultivos para mantener la fertilidad del suelo y sus condiciones óptimas para la actividad biológica.

El principio de precaución resalta que las nuevas tecnologías y métodos existentes deben ser evaluados y revisados para prevenir riesgos en la salud del ambiente y de las personas. Por ese motivo, se deben adoptar las tecnologías apropiadas y rechazar las impredecibles como la ingeniería genética. La ciencia es necesaria pero también lo son la experiencia práctica, la sabiduría acumulada, el conocimiento local y tradicional que pueden ofrecer soluciones validas como las que desarrollan los hermanos Juan Ángel y Román Kraus con toda su experiencia en todas las etapas productivas del té y la yerba.